jueves, 1 de marzo de 2012

Los refugiados del Tratado de Libre Comercio de América del Norte

El 1 de enero de 1994, entraba en vigor la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), entre los Estados Unidos de América, Canadá y Méjico, prometiendo un desarrollo sin precedentes de los intercambios comerciales entre estos tres países, aumentando el volumen de las exportaciones y cuyos beneficios iban a regar la economía mejicana.

Bill Clinton firmando el TLCAN

Dieciséis años más tarde, la realidad es amarga. El TLCAN, promesa de un "bienestar general", ha fulminado literalmente la agricultura mejicana, especialmente los pequeños agricultores (21% de la población activa).

En el nombre del "libre comercio", Méjico ha ido desmantelando el sistema que le había permitido conseguir una autosuficiencia alimentaria durante décadas, es decir, impuestos a las importaciones, precios garantizados a los productores locales y acceso al crédito bancario. Sin embargo, los EE.UU. se han visto autorizados a mantener sus subvenciones pero también algunas de sus barreras aduaneras como las del arroz o la del azúcar.

Como consecuencia, Méjico se ha visto inundado de maíz proveniente de EE.UU. (transgénico) vendido tres veces más barato que el maíz "criollo" (local), debido a las subvenciones que otorga Washington a los productores norte americanos.

Incapaces de resistir a esta competencia, que algunos denuncian como un dumping desleal, más de tres millones de pequeños agricultores han tenido que abandonar sus tierras e irse a vivir en los barrios de chabolas de las grandes ciudades mejicanas o probar suerte como trabajadores ilegales en los Estados Unidos.

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